Pecados Inconfesables: Zuria Vega, Andrés Baida y Erik Hayser lo cuentan todo

PECADOS INCONFESABLES: ENTRE EL DESEO, EL PODER Y EL ABUSO


Una conversación con Zuria Vega, Andrés Baida y Erik Hayser sobre Pecados Inconfesables: poder, cuerpo, amor y los límites de la moral.


En una sociedad donde el poder y el abuso se ejerce a puertas cerradas, donde la violencia se vuelve herramienta de control y donde la verdad rara vez es lo que parece, Pecados Inconfesables, la nueva serie mexicana de Netflix, se adentra sin miedo en los rincones más oscuros de la élite empresarial y política. La historia sigue a Helena (Zuria Vega), una mujer atrapada en un matrimonio abusivo que, en un intento desesperado por recuperar su libertad y proteger a su hijo, idea un plan con su amante, Iván (Andrés Baida), un escort de clase alta con quien desarrolla un inesperado vínculo. Pero cuando Claudio (Erik Hayser), su esposo, desaparece misteriosamente después de ponerlo en una trampa, las piezas del ajedrez comienzan a moverse para revelar una red de traiciones, secretos y heridas profundas que no cicatrizan fácilmente.

Conversamos con los tres protagonistas de este thriller erótico —sí leíste bien. Intenso, emocional y provocador— sobre la psicología detrás de sus personajes, la violencia silenciosa del poder y sobre su visión de la masculinidad en un mundo que se presta cada vez más a dejarla evolucionar. 

Entre secretos, amor y traición: Pecados Inconfesables.

LA LUJURIA EN MEDIO DE LA TORMENTA

Cuando una persona vive una tormenta —emocional, mental o física—, lo primero que busca es anestesia. Algo que calle las voces internas, que distraiga la mente de la angustia o del dolor y que impida mirar de frente las verdades más incómodas. Para algunos, esa anestesia viene en forma de trabajo excesivo, rutinas extenuantes, evasión digital o incluso algún vicio. Para Helena, la protagonista de Pecados Inconfesables, esa anestesia fue el sexo. O al menos, eso parecía.

“Yo creo que Helena ya sabía vivir bastante bien anestesiada”, dice Zuria Vega. “Lo que ella estaba buscando era una salida. Y jamás pensó que iba a encontrar el amor ahí.” En medio de un matrimonio donde el abuso y el miedo eran moneda diaria, Helena traza un plan junto a su amante pero lo que comienza como un intercambio meramente físico –y una ventana en medio de su cárcel–, se cuela algo más peligroso: el amor. “Cuando una persona que no está acostumbrada a vincularse se vincula… es peligroso”.

Desde el otro lado de la historia, Andrés Baida interpreta a Iván, un gigoló que de primera tiene bien claros límites entre el sexo casual y el sentimental, por lo menos antes de que Helena llegara a su vida. “El amor es algo que él nunca había sentido. Justamente, algo tan mecánico como el sexo, para Iván, se vuelve algo tan especial y tan caótico. A él le mueve todo químicamente, a tal grado que vamos a ver si está dispuesto –o no– a cruzar una línea ética que tiene muy bien trazada” 

Una historia donde el deseo y el poder lo cambian todo.

LA PSICOLOGÍA DETRÁS DE UN VILLANO

Erik Hayser da vida a Claudio, un empresario poderoso, corrupto y secretamente homosexual, que utiliza la violencia como herramienta principal de control. “Claudio es un hombre profundamente complejo. Es un monstruo en toda la extensión de la palabra y a lo largo de la historia tenemos la oportunidad de ir viendo como va saliendo de la piel de oveja y dejando ver a ese lobo que que vive dentro de él”. Crear y personificar a este villano tan crudo fue un proceso vertiginoso y también doloroso para el reconocido actor por el simple hecho de que, para dar vida a psicópatas de mente tan oscura y lastimada tienes que ponerte a la par. “Tuve que encontrar todas esas cosas dentro de mí que me permitieran acercarme a esta mente perversa, esta mente muy compleja y me permitiera interpretar a Claudio de manera veraz y de manera real y que no se convirtiera en este villano de telenovela, sino que tuviera la complejidad que tienen estos seres que son encantadores también, que tienen esta facha de empresarios exitosos y de ejemplos sociales, y mucha gente puede decir “wow, quiero ser como el que es tan exitoso” pero en el fondo es un verdadero monstruo” 

LA HOMBRÍA SE MOLDEA DESDE LA PATERNIDAD

A lo largo de la serie, nos damos cuenta que todos los personajes luchan con sus propios demonios. Nadie se escapa de traumas no resueltos. Pero uno de los más fuertes, es el que vive Fer, el hijo adolescente de Helena, cuando Claudio (Erik Hayser) lo induce a probar drogas bajo una lógica sumamente cruel: “Compórtate como un hombre, carajo”.

¿Cuántas veces frases como esa han empujado a los hombres –en la vida real– a ir en contra de lo que sienten, simplemente por cumplir con un molde? Andrés Baida, por su lado, reflexiona cómo haber crecido con una madre soltera lo alejó de presiones sociales ligadas a la masculinidad tóxica. “He tenido drogas enfrente de mí… cocaína, hongos, de todo. Y he tenido el conocimiento para decir: ‘no quiero eso’, porque no quiero encajar, sé dónde pertenezco, pertenezco a mí”. A eso mismo añade: “Para mí la masculinidad se me hace super cambiante, super flexible. ¿Por qué me tengo que acatar a algo que no me hace bien? ‘No llores, no te expreses, no esto, no lo otro. Tienes que ser así, tienes que ser muy fuerte con esto, con lo otro’ Yo no quiero ser esa persona, quiero ser alguien sensible, con un lado femenino alto. No sé… no tengo límites en ese aspecto, porque fue algo que aprendí y le admiré mucho a mi madre”.

Erik Hayser , por su parte, reconoce que creció con dejos de la vieja idea de que ser hombre era sinónimo de ser fuerte, competitivo, dominante, pero hoy, como padre, se esfuerza por mostrarle a su hijo otra versión de la hombría: “Poco a poquito he deconstruido esta imagen con la que crecí. […] Hoy en día soy papá, entonces quiero mostrarle a mi hijo cómo vivimos las nuevas masculinidades y mostrarle que los hombres podemos ser sensibles, que podemos mostrar nuestro dolor, que ayudamos en el hogar al igual que la mujer. Yo vivo una relación en la cual hacemos todo 50/50, absolutamente todo”.

Zuria también tiene una mirada poderosa sobre el tema, no solo como actriz, sino como madre. “Creo que la única manera de educar es con el ejemplo, si me preguntas. 

Zuria, Andrés y Erik protagonizan el nuevo thriller mexicano de Netflix.

Y, desde mi trinchera como mamá, he intentado educar una niña y un niño libres de pensamiento que sepan el valor que tienen sus emociones, que sus emociones cuentan por igual, que son dueños de su cuerpo, que nadie puede decidir sobre eso. Y les he fomentado muchísimo el arte. No porque yo sea artista,  no sé a qué se vayan a dedicar, pero creo que es una manera de expresión fundamental en las generaciones que tenemos hoy en día. Intento mantenerlos lo más alejado que pueda de las pantallas y que estén en contacto con quiénes son ellos, darles chance de descubrir quiénes son. Y siendo niña y niño, ver el vínculo que tienen entre ellos –y la gente que conoce a mis hijos aquí no me va a dejar mentir– el vínculo de equidad y de respeto que tienen entre ellos, creo que si no lo vieran, no lo tendrían. […] Y hablando de esta escena en particular […] enfrentarte a una situación así con un hijo, híjole, yo creo que sí te da chance a todo. Ahí es donde yo me conectaba con Helena. ¿Dónde están sus límites? En su hijo. Te metes con su hijo y olvídate. Y creo que los de cualquier mujer, bueno, yo me atrevería a decir, yo como mamá. 

Pecados Inconfesables se estrena el 30 de julio y está disponible en Netflix. Una historia donde el deseo, el abuso y el poder se entrelazan para revelar que, a veces, los pecados más oscuros no son los que se cometen en la cama… sino los que se esconden tras una fachada de éxito y respetabilidad.