Martín Barba: trayectoria y secretos del actor mexicano versátil

MARTÍN BARBA: EL ARTE DE TRANSFORMARSE 


Con más de una década de trayectoria, Martín Barba se ha consolidado como uno de los actores mexicanos más versátiles de su generación. Desde sus inicios en producciones juveniles hasta su incursión en series de corte más adulto —entre las que sobresale Quebranto— o en montajes teatrales como Manual básico de lengua de señas para romper corazones, el artista ha demostrado una capacidad camaleónica para habitar personajes diversos sin perder autenticidad. Por Bianca Cosulich


Martín Barba ha pasado por distintas etapas actorales y personales: desde el teatro hasta las telenovelas y series adolescentes. En esta oportunidad nos cuenta sobre sus distintas facetas: la que está frente a las cámaras o la que se desarrolla arriba de un escenario. «Creo que la versión de mí que se encuentra ahora mismo trabajando es esa que ya conoce todo lo positivo y lo negativo de su trabajo y que, aún así, decide hacerlo, porque me he dado cuenta que es lo que me gusta hacer, lo que disfruto, y que soy bueno en ello. Por otro lado, también es una versión mucho más segura de mí mismo, tanto en lo personal como en lo profesional», describe Martín.

Gracias a su profesión, el actor juega con identidades y vidas que no son suyas. Martín reconoce que los proyectos y personajes a lo largo de su carrera le han ayudado a descubrir quién es verdaderamente: «Soy muy místico en ese aspecto y en la vida en general. Creo que todo lo que se nos presenta es porque tiene algo que enseñarnos o mostrarnos. Con los personajes ocurre exactamente lo mismo: llegan y nos acompañan en momentos donde es necesario entender ciertos mensajes que ellos o las historias traen. Y también, por otro lado, pues muchas veces llegan cuando estamos preparados para hacerlos, y eso también es algo muy mágico».

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En Quebranto comparte pantalla con talentos de la talla de Jorge López y Tini Stoessel. Los tres comenzaron en series juveniles y ahora transitan hacia proyectos más maduros. Los protagonistas han conversado sobre lo que tienen en común en este camino y cómo esas experiencias han marcado su evolución: «La verdad es que lo hemos platicado, sobre todo en entrevistas. Creo que a los tres nos ocurría un poco lo mismo: es difícil de pronto crecer o demostrar que ya creciste. Y, bueno, estamos muy contentos de poder desarrollar estos personajes en una serie que es totalmente para adultos, con una temática tan oscura y profunda. Sin duda, también los tres guardamos mucho amor por esos primeros proyectos, porque fueron los que nos abrieron las puertas de este gran mundo del entretenimiento».

Como miembro orgulloso de la comunidad LGBTIQ+, ha participado en importantes obras dirigidas al público gay como Manual básico de lengua de señas para romper corazones y Smiley. Pero lejos de encasillarse, ha logrado lidiar con una industria que tiende a encasillar: «Trato de luchar por personajes que sean distintos en cada proyecto. Justo Quebranto, de Disney+, llegó después de dos años y medio de estar haciendo teatro para la comunidad LGBTIQ+. Me sentí muy afortunado de que una empresa como Disney confiara en mí para hacer este proyecto, porque es un personaje heterosexual, exmilitar, un hombre muy duro. Agradezco mucho que haya llegado esta oportunidad porque justamente demuestro lo que quiero: que puedo hacer todo tipo de personajes y espero seguir demostrándolo. Sinceramente, creo que gran parte de eso es saber decir que no a algunos proyectos y echarle muchas ganas en otros para lograr quedarse».

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El guión de Manual básico de lengua de señas para romper corazones fue un sí inmediato para el actor, quien reconoce lo que le atrae de un personaje y lo que debe tener un proyecto para aceptarlo: «Me lo ofrecieron y quienes me hicieron llegar el texto eran un equipo con el que ya había trabajado durante dos años en Smiley, otra obra que fue muy exitosa. Entonces, por esa parte, ya estaba un poco el sí, como que confiaba mucho en este equipo. Por otro lado, desde que lo leí me hizo sentir muchísimas cosas, y eso es algo que siempre busco en los guiones que me llegan: que me hagan llorar, que me ericen la piel, que me emocionen o que me den ganas de saber qué pasa más adelante. Este texto sin duda lo hizo».

«Además, el gran reto de la obra era aprender lengua de señas mexicana, ya que hablo en este lenguaje el 80% de la obra. Creo que lo que debe tener un proyecto para que diga que sí es eso: sentimiento, algo adentro que hace que se te mueva el corazón. Y, por otro lado, —hablando de no encasillarse— que sea distinto al pasado o a la mayoría de los personajes que he hecho», añade Martín.

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En el teatro cada función es única. Aunque el guión y los actores sean los mismos, cada noche es distinta, moldeada por la energía del público, de los actores y hasta de los imprevistos que puedan surgir. El público reacciona y siente junto con los actores, y cuando termina la obra queda esa sensación de haber compartido algo íntimo y único. Es como un momento finito que deja huella únicamente en quienes estuvieron ahí, contrario al cine y la televisión, que quedan registrados a perpetuidad. Martín abraza la magia del teatro, que reside en su naturaleza efímera.

«Lo efímero del teatro hace que aprendamos a resolver, que aprendamos a percibir muchísimas cosas del público y de nuestros compañeros. Además, nos pone a prueba como actores, a resolver pase lo que pase, porque la función tiene que seguir. Me parece algo hermoso. Creo que el teatro es la base de nuestra profesión y que nadie debería perder la oportunidad de hacerlo. Estoy muy agradecido de ser un actor que también hace teatro», describe Martín.

Actualmente, el actor oriundo de Oaxaca lleva más de una década experimentando entre uno y otro escenario. Al día de hoy, reconoce dónde se siente más auténtico al haber transitado sobre las tablas y frente a las cámaras: «En ambos lados me siento más yo. Lo que me gusta de mi profesión es que me desconecta. Suelo ser muy mental y perderme en mis pensamientos, pero mi trabajo me obliga a dejar de pensar más en mí y jugar, a convertirme en alguien más, olvidando esas cosas que a veces me atormentan la cabeza».

Total Look, Louis Vuitton.

«Por supuesto, entiendo que tanto el teatro como la cámara tienen sus pros y sus contras. De la televisión me gusta la posibilidad de perfeccionar las cosas y la inmediatez, que también te pone a prueba como actor. Del teatro, me gusta la planeación, la creación y el juego. Pero, sin duda, creo que el equilibrio es lo que más me gusta, no necesariamente decidirme por una u otra. Soy alguien indeciso y además creo que esa combinación ayuda muchísimo: una me llena más el corazón y la otra más lo económico, que también es importante», concluye Martín.