BOSS SS26: Paradox redefine el contraste en Milán

BOSS SS26: PARADOJA Y PRESENCIA


En el corazón de Milán, BOSS mostró que el contraste no es defecto: es su herramienta más contundente. Bajo el título “Paradox”, la casa presentó una pasarela que vibra entre lo rígido y lo fluido, lo pulido y lo imperfecto. Ropa que no solo se lleva, sino que se vive con contradicciones encajadas.


Orden vs caos: la tensión hecha prenda

En la antigua fábrica Fonderia Macchi, donde el eco industrial vive, se desplegó la colección BOSS SS26. Estructura y movimiento se entrelazaron: sastres con proporciones relajadas, trenchs de cuero severos que cruzaron miradas con vestidos drapeados que parecían flotar.

Las chaquetas se suavizaron en hombros, los pantalones sobrevolaron el suelo, y los tejidos brillantes bailaron junto al mate. En esa yuxtaposición —entre precisión y desenfoque— se sintió el pulso del “nuevo BOSS”.

Minimalismo con acentos

Los tonos neutros reinan: beige cálido, café profundo, azul marino, blanco marfil y ocasional gris humo. Pero BOSS no se conforma con pintar tranquilo: introduce acentos que saltan: un abrigo en cuero brillante, bolsillos oversized, cinturones que surgen como gesto de poder.

Detalles que se sienten: drapeados laterales en cuellos asimétricos, prendas utilitarias con bolsillos técnicos, telas que combinan lo estructurado con lo suave, lo técnico con lo humano. Pareciera que BOSS preguntara: ¿puedes dominar la escala sin perder la ligereza?

Siluetas para mirar

Para mujer: vestidos columna, túnicas asimétricas, faldas cocoon, pantalones amplios que se arrastran, cuerpos revelados solo cuando el tejido lo permite—no por provocación, sino por honestidad estética. Para hombre: sastrería relajada pero medida, cortes limpios con un dejo de despreocupación elegida.

Y cerrando escena: S.COUPS, del grupo SEVENTEEN, camina la pasarela con un trench de cuero chocolate, presencia dominante. En ese final, BOSS deja claro: no importa solo lo que llevas, sino quién eres cuando lo llevas.

Porque en un momento saturado de novedad, Paradox vuelve a poner sobre la mesa que la elegancia puede ser silenciosa y poderosa. Que el minimalismo no equivale a invisibilidad. Que la dualidad —orden/caos— no es contradicción, es armonía.

Este desfile marca una etapa: BOSS ya no sirve solo para vestir por reputación, sirve para vestir por convicción. Y esa convicción se siente, se ve, y se recuerda.