Saint Laurent reinventa la rutina en su campaña más surrealista

EL VERANO MÁS SURREAL TIENE NOMBRE: AN ORDINARY DAY, POR SAINT LAURENT


Porque lo ordinario, cuando se viste de Saint Laurent, nunca es lo que parece.


Con el verano en el horizonte, Saint Laurent lanza una de sus campañas más inesperadas —y visualmente memorables— hasta la fecha. Dirigida creativamente por Anthony Vaccarello y capturada por el fotógrafo británico Martin Parr, An Ordinary Day toma como escenario lo doméstico, lo aparentemente banal, y lo transforma en un universo donde la alta costura. Sin duda, la campaña lejos de ser ordinaria, es una provocación visual, una burla elegante a la rutina y un desfile de ironía vestido de alta moda.

Lejos de la teatralidad tradicional de las campañas de moda, esta serie propone algo más sutil y provocador: una celebración de lo absurdo en lo cotidiano. Es una oda a lo inesperado: un cóctel de nostalgia ochentera, humor visual y accesorios que se roban el protagonismo incluso entre jaleas brillantes y cortinas de encaje.

Saint Laurent redefine lo cotidiano.
Saint Laurent redefine lo cotidiano. Foto cortesía de Saint Laurent.

La alta costura se sirve con té y tostadas

La nueva campaña recrea escenas de la vida diaria —almuerzos en el jardín, pasteles caseros, una tarde soleada— y las contrapone con el magnetismo de la alta moda. En esta narrativa surrealista, una joya de noche puede reposar junto a una mermelada artesanal, y un bolso Bea de leopardo, uno de los más codiciados de la maison, es presentado como el bolso ideal para ir a comprar verduras un in de semana. Es ahí donde reside la genialidad de Vaccarello: en convertir lo inesperado en aspiracional, y lo aspiracional en parte de un universo lúdico y accesible.

Delirio visual con sabor a nostalgia

La estética ochentera atraviesa toda la campaña. Hay una clara inspiración en los colores saturados, la luz directa, los objetos vintage, los looks atrevidos. Es como abrir el álbum de fotos de una familia ultra chic que nunca dejó de vestirse con glamour, ni siquiera para regar las plantas.

Parr, reconocido por capturar lo absurdo de la cotidianidad, logra construir imágenes que son a la vez sátira y homenaje. Hay algo deliciosamente irónico en ver un pastel de piña junto a un bolso Jaimie de brocado floral… y todo tiene sentido.

Lujo en su forma más absurda (y brillante). Foto cortesía de Saint Laurent.
Ironía visual en su máxima expresión. Foto cortesía de Saint Laurent.

Los verdaderos protagonistas: los accesorios

Aunque los modelos —Apolline Rocco Fohrer, Stefano Tartini, Lina Zhang, Chantall McCann y Li Cheng Yuan— interpretan con soltura este guión tan estilizado como absurdo, son los accesorios los que acaparan la atención. El bolso Le 5 à 7 Bea en piel de becerro con lunares, los botines Babylon Breteuil Slingback, y los brazaletes Twist Cuffs dorados, todo colocado estratégicamente en medio de un entorno casi doméstico, elevan la narrativa visual. La sastrería se mantiene impecable mientras la gelatina se derrite a su lado: una dualidad perfecta.

El verano más surrealista que hemos visto

An Ordinary Day tiene alma de picnic pero corazón de editorial de moda. Es divertido, ingenioso y, sobre todo, muy Saint Laurent. La mezcla de comida, flores plásticas, perros con gafas de sol y prendas de alta gama crea una atmósfera de ensueño, donde nada es exactamente lo que parece —y eso lo hace aún más fascinante.

La campaña también lanza un mensaje claro: el lujo no necesita solemnidad. Puede ser irónico, puede ser juguetón, puede estar presente incluso en una tarde cualquiera, si lo miras con los ojos adecuados.

Color, contraste y caos perfectamente orquestado. Foto cortesía de Saint Laurent.

Anthony Vaccarello ha demostrado, una vez más, que comprende profundamente el ADN de Saint Laurent. Pero más allá de eso, sabe cómo mantenerlo vivo, fresco y en evolución. An Ordinary Day es un recordatorio de que la moda, cuando se libera de sus propias reglas, puede ser tan divertida como exquisita.