DIOR: LA COLECCIÓN DE OTOÑO 24 SOÑADA DE MARIA GRAZIA CHIURI

DIOR: LA COLECCIÓN DE OTOÑO 24 SOÑADA DE MARIA GRAZIA CHIURI

En las pasarelas, el otoño es un momento especial de reflexión, un cuestionamiento permanente que se renueva sin cesar. Esta colección de Dior es un homenaje a París y Nueva York, un diálogo cautivador entre las dos capitales de la moda -puestas de relieve en la autobiografía de Christian Dior- que Maria Grazia Chiuri hace revivir en estampados esenciales.


El puente entre estas culturas es Marlene Dietrich, actriz carismática que fue a contracorriente y se vinculó a Dior tanto en la pantalla como fuera de ella. El Director Artístico se inspiró en ella para crear una colección que combina el estilo Dior con la presencia icónica de la diva y su encanto de marimacho. Para realzar las siluetas del desfile, que tuvo lugar en el emblemático Museo de Brooklyn, las chaquetas se combinaron con pantalones anchos o faldas lápiz por debajo de la rodilla.


Los preciosos vestidos, a veces muy ligeros, dejan entrever la lencería, parte esencial del conjunto, mientras que los bordados evocan los códigos fetichistas apreciados por la diseñadora-fundadora: la estrella, el trébol o la abeja. Un prodigioso campo de posibilidades.
Con las pasarelas que jalonan las temporadas de la moda, el otoño es un momento especial para la reflexión, para cuestionarse constantemente y renovarse. Esta línea Dior es la ocasión de rendir homenaje a París y Nueva York, un diálogo cautivador entre las dos capitales del estilo -celebrado en la autobiografía de Christian Dior- y puesto de relieve por Maria Grazia Chiuri a través de estampados imprescindibles.

El puente que une las dos culturas es Marlene Dietrich, actriz carismática y opuesta a Dior, tanto en la vida como en la pantalla. El director creativo se inspiró en ella para crear una colección que fusiona el look Dior con la presencia icónica y el encanto juvenil de la diva. Las chaquetas se combinaron con pantalones de pierna ancha o faldas lápiz por debajo de la rodilla para realzar las siluetas del desfile, celebrado en el emblemático Museo de Brooklyn.

Preciosos vestidos, a veces muy ligeros, dejaban entrever la lencería, elemento esencial del conjunto, mientras que los bordados evocaban los códigos característicos queridos por el modisto fundador: la estrella, el trébol y la abeja. Un prodigioso abanico de posibilidades.

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