Giorgio Armani: su última colección en Milán

MILÁN CIERRA UN CAPÍTULO: EL ADIÓS DE GIORGIO ARMANI ENTRE SEDA, SOMBRA Y MEMORIA


La ciudad del refinamiento acoge su silencio. En la Pinacoteca di Brera, Milán celebró el fin de una era: Giorgio Armani presentó su última colección en un desfile convertido en homenaje, en un momento de duelo, en un acto solemne de presencia ausente.


De aniversario a despedida

Lo que debía ser una celebración del 50.º aniversario de la firma se transformó en un adiós emotivo. Armani falleció el 4 de septiembre de 2025, y su última obra, Primavera-Verano 2026, se presentó 24 días después en Milán, envuelta en un halo simbólico.

El desfile se realizó en el patio de la Pinacoteca di Brera, espacio que alberga también una exposición retrospectiva titulada “Giorgio Armani, Milano, per amore”. Tras la pasarela, los asistentes caminaron entre maniquíes históricos y obras maestras del arte, como si el pasado y la moda dialogaran en un mismo escenario.

Siluetas, tejidos y memoria

La colección recogió las señas de identidad de Armani: terciopelos, linos livianos, sedas etéreas. La paleta recordaba su refugio mediterráneo: tonos arena, piedra, azul marino y gris humo.

Trajes pijama masculinos con cortes suaves, túnicas femeninas flotantes, americanas desestructuradas: cada pieza parecía una reinterpretación de lo que fue su estilo, sin pretender revolucionarlo.

El desfile cerró con la musa Agnes Zogla luciendo un vestido azul profundo, ante una ovación que no pedía más que reconocimiento. Silvana Armani y Leo Dell’Orco, al frente de las nuevas direcciones femenina y masculina, salieron juntos a saludar.

Homenajes, rostros y legado

Entre la audiencia, rostros que conocieron su moda en cine y alfombras rojas: Cate Blanchett, Richard Gere, Glenn Close, Spike Lee. Personajes que le devolvían el eco de su influencia.

Antonia Dell’Atte, musa antigua, asistió con un look homenaje: un casquete de lentejuelas, blazer negro con brillo y presencia nostálgica. Su actitud fue espejo del momento: recordar sin caer en la nostalgia vacía.

No hubo fiesta estridente. La celebración se mutó en exposición luminosa, en silencio, con música de Ludovico Einaudi resonando junto al paso de los modelos. “Divenire” fue el fondo sonoro de un adiós que no buscaba aplausos, sino reverencia.

¿Qué queda después?

Un diseño no muere; se convierte en legado y misión. Armani legó su última voluntad: que se venda un 15 % de la compañía en 18 meses y que la marca mantenga su alma.

El cierre de esta Semana de la Moda italiana marca una transición simbólica: el final de un diseñador que vestía al mundo sin gritar, y el inicio de un tiempo donde su casa deberá reinventarse con cuidado.

Milán no solo despidió a un modisto; despidió a un maestro silencioso. Pero en cada hilo suave y cada estructura contenida de su colección final, Giorgio Armani sigue vivo.