MARK ROTHKO: TANTO LA VIDA COMO SU ARTE

MARK ROTHKO: TANTO LA VIDA COMO SU ARTE

Por: Ximena Larrauri

Markus Rotkovich, nacido en 1903 en Letonia, es considerado uno de los artistas que más protagonismo otorgó al expresionismo abstracto. Un niño con tan solo 10 años y el único pecado de ser judío, huyó de su hogar junto con su familia hacia Oregón, Estados Unidos, escapando de la aberrante realidad provocada por el antisemitismo. 

Después de haber abandonado la Universidad de Yale, donde estudiaba Derecho e Ingeniería, dedicó de lleno su vida al arte. Y solo detrás de un lienzo con óleos diluidos en aguarrás,  fue como encontró su vocación.

El ascenso a su esencia

Bajo el auspicio de la ideología creativa de Max Weber, estudió arte por un tiempo en Nueva York. Durante sus primeros años, Rothko experimentó una variedad de estilos. Primero se inclinó hacia el realismo, para luego pasar al expresionismo y así abrir la puerta que lo llevaría a su estilo.

Mark, junto a Jackson Pollock, fueron los máximos representantes del expresionismo abstracto. Un movimiento pictórico que surgió posterior a la Segunda Guerra Mundial, donde los colores, las técnicas y los materiales no buscaban encontrar estética ni hacer sintonía; y la única constante era expresar emociones intensas y temas complejos a través de su arte.

Así, los inmensos cuadros de Rothko muestran amplios campos de color con límites indefinidos entre ellos. Colores vibrantes en capas delgadas que flotan suspendidos en el lienzo, estimulando sensaciones místicas que dependen de quien se ponga en frente.

Indeleble sobre el tiempo

Tras dos años de haber sufrido un aneurisma, Mark Rothko fue hallado sin vida en 1970. Hoy, sus cuadros son los que se viven en quietud y contemplación. Aquellos que no buscan entenderse pero que, frente a un espectador sensible, logran el objetivo principal del pintor: que la conciencia se desarrolle y crezca.