Sunsetcore: la estética que transforma el bikini en look diario

SUNSETCORE IS THE NEW FRONT ROW


La estética que convirtió al bikini más allá del cliché playero.


Pies descalzos sobre la arena, piel con sal, gafas XXL y un bikini convertido en look principal. No es un anuncio de perfume ni una postal de Pinterest: es la vida misma, pero con filtro anaranjado y actitud despreocupada. El sunsetcore no es una tendencia más; es una vibra, un mood, una manera de entender el verano como una escena continua de película indie. Porque sí, el atardecer ya no es solo la hora más fotogénica del día —es una filosofía de estilo.

¿Qué es realmente el sunsetcore?

Es esa estética que parece salida de una mezcla entre una campaña de los años 70 y un carrusel de TikTok en la costa amalfitana. Pero va más allá de lo visual. El sunsetcore es la celebración de lo imperfecto: piel con pecas, rojeces después de la playa, cabello alborotado por el mar y esa sensación de libertad que solo llega cuando el sol empieza a caer.

Aquí, el bikini no se queda en la toalla: se convierte en crop top para ir al chiringuito, se mezcla con camisas abiertas, faldas vaporosas y sandalias de cuero gastado que caminan entre la arena y el asfalto.

¿Por qué el atardecer se ha convertido en el nuevo front row?

Porque hay algo mágico —casi espiritual— en ese momento en que la luz lo cubre todo de oro. El atardecer es ahora el escenario por excelencia: el front row emocional de una generación que quiere sentirse guapa sin tener que posar.

The golden hour ya no es un filtro, es una forma de habitar el presente. Las fotos no están pensadas para impresionar, sino para capturar una emoción. Una piel brillante, una mirada desenfocada, un pareo como vestido y una carcajada que no necesita explicación.

¿Cómo se viste el sunsetcore?

Con intención, sí, pero sin esfuerzo. El look se arma con texturas que parecen tocadas por la sal: crochet, lino, algodón suave, tejidos que respiran verano. El layering se vuelve protagonista —bikini + camisa masculina + pareo o falda fluida— y los accesorios juegan a ser souvenirs de un viaje eterno: collares de cuentas, pulseras de colores, conchas, gafas envolventes.

La inspiración está clara: una jet-setter relajada que mezcla lo bohemio con lo lujoso, lo vintage con lo espontáneo.

¿Qué dice de nosotras esta estética?

Que queremos vivir el verano de verdad. Que nos cansamos del perfeccionismo estético y nos entregamos al placer de lo espontáneo. Que preferimos subir una foto con el bikini mojado y el pelo revuelto antes que una imagen editada sin alma.

El sunsetcore responde a una nueva narrativa digital —más emocional, más honesta, más cinematográfica. No se trata del destino, sino de cómo lo habitas. De la actitud con la que bailas en la playa al atardecer, de cómo te vistes para sentirte poderosa aunque solo estés comprando un helado.

¿Cómo ha conquistado las pasarelas?

La pasarela SS25 de Chloé fue una oda al sunsetcore: vestidos de crochet, sedas abiertas, faldas con aperturas estratégicas, transparencias sutiles y una gama cromática que iba del beige dorado al terracota profundo. Todo bañado por una puesta de sol escenográfica que convirtió el desfile en una postal eterna.

Jacquemus, fiel amante de los veranos de fantasía, también lo ha reinterpretado: escenarios bohemios, siluetas esculturales, tejidos etéreos. Y Etro continúa su idilio con el boho-luxe, entre túnicas festivaleras y accesorios que gritan dolce vita.

Sunsetcore no es solo una tendencia: es una invitación a sentir el sol en la piel, la brisa en el pelo y la libertad en cada prenda que eliges. Vístete con intención, pero sin esfuerzo, abraza tu piel tal cual y deja que cada puesta de sol sea tu pasarela personal.