Yankel Stevan: trayectoria, ética actoral y terror en No me sigas

YANKEL STEVAN: UNA FUERZA ACTORAL DEL MÁS ALLÁ


Constancia, disciplina y dedicación marcan catorce años de carrera —y contando— de Yankel Stevan, uno de los talentos más auténticos de su generación. Mientras posa con su infalible BLEU de CHANEL, recuerda sus inicios, reflexiona sobre su ética de trabajo y comparte cómo incluso ante la presencia de fuerzas paranormales, su entrega es de aplaudirse. 


La actuación, en realidad, no estaba en el radar de Yankel Stevan per se. Con una exitosa mamá modelo, parecía que el camino se inclinaría hacia otro lado. “Salgo de Cancún, me vengo aquí a México sin saber nada. Al llegar y ver una ciudad gigante, dije: ‘¿qué hago aquí?, ¿cómo le voy a hacer?’. Mi mamá fue modelo muchos años, entonces me metí con Óscar Madrazo a modelar. Ahí me di cuenta que no servía para pasarelas ni para foto, estaba muy chiquito. Empecé con los comerciales, esa fue mi primera escuela hacia la actuación. Y saliendo de un casting de Krankys, los chocolates, me llegó mi primer casting importante”.

Detrás de cámaras con Yankel Stevan.

Sin experiencia pero con el deseo de probar algo nuevo, en 2011 decidió aventarse al ruedo en una producción que le dio las bases para construir una carrera sólida. “Nunca se me va a olvidar cuando me quedé en la primera serie grande, Sincronía, de Blim —hoy VIX—. Me acuerdo que le hablé a Osvaldo Zárate, que es muy amigo mío, y le dije: ‘Estoy en la lectura de guión, en el baño, muy nervioso’. En la mesa estaba el Chespi (Juan Pablo Medina), María Rojo, Luis Fernando Peña… gente muy grande. En esa serie aprendí en la calle, caray, me tocó aprender en un set. Siempre digo que el mejor consejo para actuar es: aprende en un set”.

Catorce años después, Yankel forma parte de una generación de talentos que han tenido que adaptarse a los cambios vertiginosos del entretenimiento. “Me encanta que nos den el tiempo de preparar un personaje porque en el set no se van a arrepentir. Las redes sociales también tienen mucho que ver en este cambio. Un ejemplo muy sencillo: una película tiene más alcance en un reel que en salas de cine. El corto de la película puede tener 10, 20, 30 o 100 veces más visualizaciones que la película en cines. Ahí te das cuenta de cómo está cambiando todo.”

Detrás de cámaras con Yankel Stevan.

En un mundo tan volátil, la responsabilidad de elegir qué historias contar y qué personajes interpretar es aún mayor. “Para proyectos sí soy medio raro. Me cuesta mucho porque si como actor lees un guión y no te suma, no veo por qué hacerlo. Esa es la idea y la ideología que traigo desde que empecé a actuar. Proyectos que no me llenan personalmente, simplemente no los hago. Pero si me llenan a mí y sé que también van a conectar con el público, es un win-win.”

Constancia, disciplina y dedicación son los tres valores que, según él, sostienen su trayectoria. “Me costaba mucho trabajo ir a la escuela a las 6 de la mañana, y en un llamado es lo mismo: o te paras o te paras”. A esta filosofía habría que añadirle otra palabra: entrega. Nos encontramos ante un actor como pocos, esos que se apellidan “del método” y que llevan la actuación a un nivel profundamente personal. “A mí me gusta, en pocas palabras, comer mierda —así le decimos— antes de hacer la película. Ha habido personajes que me han llevado al psicólogo para poder soltarlos, y otros con los que me he quedado cosas que adapto a mi día a día”.

Detrás de cámaras con Yankel Stevan.

Recién se estrenó No me sigas, su primera incursión en el género de terror, donde se sumergió de lleno en la construcción de su personaje, incluso jugando con fuerzas del mal. “Hubo tres libros esenciales: uno sobre rituales satánicos, otro sobre invocación de demonios —con nombres específicos— y un tercero, la biografía de un nigromante que vive en Nueva York. Con esas herramientas, me fui de lleno.”

Como era de esperarse, durante el rodaje ocurrieron sucesos inexplicables, a pesar de que hicieron rituales con chamanes para abrir el camino al inicio y cerrarlo al final, para no llevarse nada consigo. “Estábamos por terminar, era la última semana en el set. Carla dijo el nombre de un demonio sin querer y se cayeron todos los cuadros de la toma. Y en esa misma semana, en mi edificio, los guardias de seguridad tomaron fotos de las instalaciones y en una apareció un ser tenebroso. La mandé a la casa productora pensando que era IA, pero me la regresaron en escala de grises y no, caray, no era Photoshop.”

Lejos de espantarlo, la experiencia lo motivó aún más, confía en que el proyecto apueste por una secuela. A fin de cuentas, el miedo no es lo suyo. “Me dan más miedo los vivos que los muertos.”