Memorias de las Ciudades por Juan Garaizabal  | Noir Magazine

Memorias de las Ciudades por Juan Garaizabal 

Juan Garaizabal es un artista conceptual y escultor polifacético, un experto experimentado para su ámbito.

Se ha desempeñado en el dibujo, videoarte, instalaciones luminosas y acústicas. Es conocido internacionalmente por sus esculturas a gran escala y públicas, como monumentos. 

Llenar los vacíos es su filosofía. Juan Garaizabal nació en Madrid en 1971, en su proyecto personal Urban Memories recupera estructuras escultóricas. En exclusiva entrevista con Noir, el artista nos compartió su inspiración y su forma de vivir el arte.

Compaginando sus inicios creativos con la transformación de espacios y lofts, ha adquirido habilidades para regalarnos arte en todo el sentido de la palabra.

En la conversación, se desarrollaron preguntas sobre su capacidad de recuperar memorias de las ciudades en este proceso el artista respondió que “Veo dos procesos. De cara a nosotros-las personas-forma parte de esas cosas que tenemos sin saberlo. 

De cara a los elementos que recupero es casi como si nunca se hubieran ido. Mediante el arte recuperan el sitio que siempre les ha correspondido. Creo que solo lo extraordinario existe realmente, de manera que cuando ha sucedido algo ESPECIAL en un sitio ese algo es el verdadero dueño del sitio.”

La elección de las intervención de los espacios la ha llevado a cabo a través de sitios que Juan asocia, cumpliendo con los elementos y su peculiaridad de artistas.

“La intuición sigue siendo el elemento clave. Llevo mirando ciudades de manera obsesiva desde que puedo recordar. Como con cualquier otro fenómeno van apareciendo conexiones, entre épocas, sitios, figuras, ideas, materiales, luces, espacios y toda la vida y las emociones que tienen detrás. 

Como en “Las Ciudades Invisibles” de Ítalo Calvino, se van borrando las fronteras entre lo que existió, lo que pudo haber existido y lo que existirá. La intuición, compartida en conversaciones con unas pocas personas clave para mí, creo que es lo que me permite elegir que elementos de verdad deben de ser hechos.

De otra manera la prospección y la investigación no acabarían nunca, me devoraría.” 

Procesos de un ejecutante 

Un artista como Juan Garaizabal que hace arte a gran escala requiere de inspiración por diversas herramientas creativas, tales como: viajes, literatura, música, naturaleza y cine.

“Hacer un proceso personal, las ideas mías, pienso que hasta ahora ha estado muy anclado al esfuerzo y al sacrificio. Hay algo en lo que cada día hago en el taller, en ponerme a prueba soldando, doblando… buscando a golpe limpio ser decisivo produciendo con las manos esculturas. Hay algo en lo difícil que me parece lo que hago por las mañanas. 

El hecho es que cuando por fin puedo pegarme una ducha y cierro el portón cualquier otra actividad me parece facilísima. Incluido tener ideas. Todo en la vida es relativo y al lado de la guerra que vivo produciendo tengo la sensación de que me vienen ideas sin parar y de que todo lo mejor está por llegar. Supongo que es la compensación por mi dosis de tortura.”

Elegir la personalidad de manera sagaz 

“Mi acierto fue ser muy consciente en todo momento cuando no la tenía. Un discurso y lenguaje artístico propio y separado del resto era algo esencial para existir en este mundo de creación. Existir en el arte era lo único que podía hacer viable una vida creando. 

Y una vida creando era el único tipo de vida que yo quería o podía tener. Si uno asume que tiene que cuadrar ese círculo absurdo, comienza cada día buscando esa personalidad artística propia con profunda angustia. Así hice. 

El día que a base de explorar encontré mi territorio, cosa que sucedió en Bucarest en 2007, experimenté un alivio infinito. Quedaba por delante una ristra de problemas inagotable, pero ese ya no.”

¿Qué le gusta de manera personal a Juan Garaizabal? 

Como decía mi amigo Eduardo Arroyo, soy una persona simple…con gustos complicados. Me gustan los planes muy buenos –que son pocos– y mientras no aparecen me encanta simplemente tener tiempo para pensar. Cuando escucho a la gente que propone cosas en las que ya solucionas la mañana o el día me echo a temblar. 

Entiendo perfectamente que mucha gente es feliz disfrutando de esa manera pero no quiero solucionar el día llenándolo por llenar, porque el día no es un problema para mí, es una oportunidad. Si no hay nada extraordinario prefiero tenerlo vacío y poder pensar a mi bola.

¿Qué piensas de México respecto a su arte?

Toda mi visión de México en cuanto a su arte está teñida por la elegancia y fuerza infinita de lo que veo en mis visitas al museo Antropológico. Igual que en Madrid entró en el Prado, en Berlín en la Filarmónica…en México me meto en el Antropológico compulsivamente. A partir de ahí muchísimas cosas suman. 

Lo cómodo que me encuentro en su cultura, la importancia a todos los niveles que tiene el arte contemporáneo, la poesía y el humor que están presentes en cada conversación, la potencia de tantos sitios a lo largo del país y la Condesa, ese barrio del que nunca me canso.

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