KAREN RUMBOS: EL ARTE COMO MEDITACIÓN | Noir Magazine

KAREN RUMBOS: EL ARTE COMO MEDITACIÓN


Con piezas hipnóticas y una paleta cósmica, Karen Rumbos transforma el arte en una experiencia sensorial profunda. Meditación, color, catarsis y el espejo como herramienta de introspección.


En un mundo saturado de estímulos y expectativas, hay artistas que se atreven a detener el tiempo. Que eligen el silencio como punto de partida. En esta conversación, nos sumergimos en el universo íntimo de Karen Rumbos  que ha hecho del arte una extensión de su práctica espiritual. Sus piezas —casi hipnóticas, profundamente sensoriales— nos invitan a mirar hacia adentro, a reconciliarnos con el reflejo, con el vacío, con el color, con lo que somos cuando por fin nos quedamos solos.

¿QUÉ ES EL ARTE PARA TI? 

El arte es una forma de expresar emociones, vivencias, experiencias y puntos de vista. Los medios para lograrlo dependen de la creatividad y la perspectiva de cada artista. Creo que el arte es esencial para vivir. Debería formar parte de la cultura de todas las personas y además ser accesible para todos. Me parece maravilloso lo que está ocurriendo en México: que artistas tan importantes y consolidados a nivel mundial vengan, que los museos estén en constante propuesta. Casi nunca me pierdo una exposición y trato de compartirlo con mi comunidad para que se muevan a ver estos regalos, porque realmente traer estos proyectos a México cuesta millones de dólares y un esfuerzo enorme. Es un regalo hermoso, y hay que aprovecharlo.

TUS OBRAS TIENEN UNA DIMENSIÓN MUY INTROSPECTIVA. ¿QUÉ REFLEJAN DE TI?

Reflejan el viaje que he recorrido a lo largo de los años. Un camino de introspección, de encuentro conmigo misma, sobre todo a través de la meditación.
Hoy, justo antes de que empezara la exposición, me tomé 10 minutos para meditar. Estaba nerviosa, claro, pero también feliz de poder compartir lo que hago. Esa pequeña pausa me ayudó a volver a mí, y es algo que me sostiene.

Mostrarlo a través de mis piezas ha sido un proceso largo, pero hoy siento que por fin logré comunicarlo. La gente conecta con eso. Todo empezó porque mi maestro de meditación me pedía imaginar un círculo: azul, dorado… Cada color tiene un significado y un impacto en nuestra salud, nuestras emociones, en cómo pensamos. Ahí comenzaron estas piezas. Me sumergí en conceptos del universo, del cosmos. Descubrí que la forma esférica activa el hemisferio izquierdo del cerebro, generando un estado de relajación, incluso de meditación, aunque nunca lo hayas practicado. Muchos me dicen: “Nunca he meditado”, y yo solo pienso: inténtalo. Hoy más que nunca necesitamos ese espacio, ese momento para estar con nosotros mismos.
Vivimos en un rush constante, y más en una ciudad tan salvaje como la Ciudad de México.

Parte del discurso detrás de mis piezas tiene que ver con eso: la forma, el color, cómo todo nos afecta emocionalmente. Trabajo con los colores de los chakras, y las obras invitan a la introspección. Nos vemos en el reflejo, sí, pero ¿qué vemos realmente?
La mayoría del tiempo nos juzgamos. No nos gusta lo que vemos. Somos durísimos con nosotros mismos. Y luego, pasa el tiempo, vemos una foto de hace 10 años y decimos: “Me veía increíble”. Por eso, cuando te pares frente al espejo, la idea es que conectes a través de tus ojos con algo interior, no solo con lo externo.

LOS COLORES EN TUS OBRAS NO SOLO SON EMOCIONES, TAMBIÉN HAY MUCHOS DEGRADADOS. ¿ESO REFLEJA LA MEZCLA DE SENTIMIENTOS O CIERTA PROFUNDIDAD?

Totalmente. El juego del color tiene varios niveles de lectura. Por ejemplo, la pieza principal de la exposición, Cosmic Dust, tiene una paleta arcoíris. Si ves una nebulosa en el universo, tiene todos esos colores. Es una apropiación directa de esa estética. Cosmic Dust también es una referencia a una metáfora científica de Carl Sagan: “Somos polvo de estrellas”.
Es una frase muy poética, pero también es real. Los elementos de una nebulosa —el hidrógeno, el oxígeno— están presentes en nuestro cuerpo. Desde que encontré esa idea, me apropié de ella. Me representa. Por eso la exposición lleva ese nombre: para reconectar con nosotros, dedicarnos un momento, incluso para usar la pieza como una excusa para meditar frente a ella.

¿PODRÍAS DECIR QUE HAY ALGO DE MIEDO EN TUS OBRAS?

Sí, creo que sí. Encontrarte contigo mismo puede dar miedo.
Antes de que empezara todo esto, justo lo hablábamos: estar contigo mismo no siempre es cómodo. Hoy vienen personas con ciertas expectativas, y eso también te puede generar ansiedad.
Entrar en un estado mental sereno, tranquilo, es un reto. Pero es ahí donde aparecen los miedos, y si te permites estar ahí, todo comienza a hacer sentido.

¿DIRÍAS QUE ENCONTRASTE UNA FORMA DE CATARSIS EN EL ARTE? ¿UNA TERAPIA ESPIRITUAL?

Totalmente.
Cuando empecé a meditar estaba en un momento muy complejo. No sabía bien qué me estaba pasando, me sentía rota, perdida. Y entendí que todos podemos pasar por eso.
Pero también entendí que sanar es un proceso que comienza contigo. Que las respuestas están adentro. Este trabajo artístico ha sido una forma de volver a mí, de abrazar mi espiritualidad y compartir ese proceso con los demás.