Christina Onassis: empresaria, socialité y heredera greco‑argentina

CHRISTINA ONASSIS: EMPRESARIA, SOCIALITÉ Y HEREDERA GRECO‑ARGENTINA


Entre el lujo infinito y la inmensa soledad: conoce la vida de Christina Onassis, heredera del imperio Onassis y figura emblemática del jet set del siglo XX.


Primeros años: una infancia de privilegio y tragedia

Christina Onassis nació el 11 de diciembre de 1950 en Manhattan, hija única del magnate griego Aristóteles Onassis y Athina Livanos, heredera del imperio naval Livanos. Criada en Grecia, Inglaterra y Francia, recibió una educación impecable en Headington School y Queen’s College en Londres.

En 1960 sus padres se divorciaron tras la relación de su padre con la cantante Maria Callas. Christina y su hermano Alexander desconfiaban de Jacqueline Kennedy cuando esta se casó con su padre en 1968.

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De herencia y pérdidas devastadoras

En menos de tres años (1973–1975), Christina perdió a su hermano en un accidente aéreo, a su madre por sobredosis y a su padre por complicaciones de salud. Con solo 25 años, quedó al frente del imperio Onassis tras haber heredado el 55 % de la fortuna familiar, estimada entre 400 millones y 1.000 millones de dólares.

Renunció a su ciudadanía estadounidense y donó esa parte del patrimonio al Hospital Americano de París, mientras conservó su doble nacionalidad griega y argentina.

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De heredera a empresaria reconocida

Christina fue entrenada por su padre para asumir responsabilidades en la sede familiar de Nueva York. Tras su fallecimiento, asumió una posición activa en los negocios, manejando grandes activos navieros e inversiones globales, entre ellas el yate Christina O.

Pese al acceso ilimitado a lujos —aviones privados, joyas, propiedades y un estilo de vida jet-set, sus problemas personales marcaron profundamente su legado.

Vida personal: amores, adicciones y soledad

Se casó en cuatro ocasiones: con Joseph Bolker (1971), Alexander Andreadis (1975), Sergei Kauzov (1978) y Thierry Roussel (1984), con quien tuvo a su hija Athina en 1985. Cada matrimonio terminó en divorcio y estuvo marcado por conflictos y decepciones.

Diagnosticada con depresión clínica a los 30 años, Christina dependió de barbitúricos, anfetaminas y pastillas para dormir. Llegó a ser hospitalizada por sobredosis, y desarrolló una adicción a medicamentos, dietas extremas y consumo excesivo de productos de lujo.

Sobrevivió alimentando su soledad con caprichos millonarios, llegando a pagar a quienes la rodeaban para no sentirse sola.

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Un final trágico y confuso

El 19 de noviembre de 1988, a los 37 años, Christina fue hallada muerta en la bañera de la casa de una amiga en Buenos Aires. La autopsia reveló que el desencadenante fue un edema pulmonar agudo derivado de abuso de fármacos y un historial de salud frágil.

Su funeral fue privado, según el rito ortodoxo griego, en la isla de Skorpios, donde fue enterrada junto a su familia. Dejó toda su fortuna estimada en 2.500 millones de dólares a su hija Athina, quien pasó a controlar su legado tras cumplir la mayoría de edad.

El contraste más crudo: riqueza vs infelicidad

  • Fortuna ilimitada, propiedades en todo el mundo y una herencia simbólica.
  • Soledad emocional, trastornos alimenticios y dependencia a los fármacos.
  • Entorno que la vio como un personaje más que como una persona, pese a su inteligencia y generosidad.