Reapertura del Waldorf Astoria Nueva York tras ocho años

EL WALDORF ASTORIA DE NUEVA YORK REABRE SUS PUERTAS


Después de ocho años de restauración, el Waldorf Astoria Nueva York recupera su brillo y vuelve con un nuevo capítulo de elegancia 


Hay regresos que no son simples reaperturas. Tras ocho años de obras, el Waldorf Astoria Nueva York vuelve a recibir huéspedes y público en una nueva celebración de su legado Art Deco. No es nostalgia, es renovación con espíritu intacto. Y aunque la ciudad no para, este ícono se reinventa sin perder su alma, mostrándonos que la grandeza puede ser moderna.

LA NUEVA ERA DEL WALDORF ASTOIA NUEVA YORK

Con apenas 375 habitaciones —antes eran más de 1,400— el hotel redefine el uso del espacio con suites amplísimas que ahora se sienten más como residencias que como habitaciones de paso. La intervención, dirigida por Skidmore, Owings & Merrill y Pierre‑Yves Rochon, recupera frescura sin traicionar cada mural, mosaico o lámpara original. El Waldorf sigue siendo lo que era, sin dejar de ser cálido. 

LEX YARD POR MICHAEL ANTHONY

El nuevo brasserie Lex Yard, a cargo del chef Michael Anthony, es la versión nueva de la comida americana clásica. Aquí la legendaria ensalada Waldorf se convierte en una experiencia reinventada, mientras el red velvet se sirve en formato soufflé. El diseño abierto en dos niveles combina la energía de la ciudad con el interiorismo del hotel.

UN PASO ETERNO POR PEACOCKALLEY

Peacock Alley vuelve con su reloj emblemático y el piano Steinway de Cole Porter, pieza central de su atmósfera legendaria. Aquí se cruzan invitados, locales y curiosos, en un salón que en su restauración abrazó su herencia mientras acoge una nueva generación. Con una barra que sirve desde desayuno hasta cócteles nocturnos, este pasillo se reencuentra con su rol de escenario social por excelencia. 

DETALLES QUE CUENTAN HISTORIA

La restauración no oculta sus estrenos: acceso para todos, sistemas automatizados, spa Guerlain y terrazas para eventos. Pero su corazón permanece intacto: cada vitral, mosaico o mueble recuperado habla del glamour de los años 30. Por dentro guardan madera, mármol y la sensación única de estar en un clásico que no tiene fecha de caducidad.