Rodrigo Caho: (No) Todo está bien

RODRIGO CACHO: (No) todo está bien


El arte de Rodrigo Cacho parte de personas aplastadas por rocas y por botes de basura.


Bustos de emperadores romanos intervenidos con confeti; fotografías de arte neoclásico rodeadas con grecas de múltiples colores. Rodrigo Cacho (Metepec, 1993) representa un modo de rebajar lo sublime y lo serio mediante el humor, pero, sobre todo, el arte.

‘Empecé mi carrera hace nueve años. Estudié diseño industrial. Mi idea era hacer diseño automotriz, pero comencé a darme cuenta de la realidad en la industria: es un campo donde la creatividad está atrapada en la maquinaria capitalista. Todo se hace bajo la línea de tener un mercado global feliz y no hay tanta libertad para la innovación o hacer trabajo experimental. Antes, incluso, había mucha más libertad experimental en el campo industrial, por ejemplo, con la Bauhaus, que impulsó el diseño y la creatividad. En contraste, hoy todo necesita un revenue, todo necesita un resultado económico. 

Un día, mientras estaba haciendo fotografía, tuve una revelación: el camino era una exploración de las cosas que a mí me interesaban y el arte era un campo para encontrar esa libertad. Irónicamente, mientras para muchos el arte es una idea estética o ‘algo que se ve bonito’, para mí es una herramienta con la cual se puede explorar cualquier temática. Por ejemplo, la última serie en la que he estado trabajando tiene como tópico la psicología y el uso del arte como un elemento de apoyo’.

Así como hay factores que limitan la libertad en el diseño industrial, ¿existen aquellos que limiten la libertad en el arte?

Siempre hay factores, hay unos con los que se puede lidiar, otros con los que no; específicamente en el diseño automotriz, hay pocas personas que son capaces de enfrentarse a estos, acaso cinco personas son aquellas que poseen una amplia libertad. Por otro lado, en el mundo del artista, los factores económicos son un limitante, porque, al final, el artista debe vivir de algo. A veces se concibe al artista como habitante de un mundo alterno, ajeno a los problemas de la gente común. No obstante, el mundo real —en concreto, el capital— nos limita a explorar y expresar ciertas temáticas’.

El humorismo es una constante en tu obra, por ejemplo, en tu escultura Dinner for one. ¿En algún momento crees que este elemento ha podido verse limitado?

‘Creo que el humor es una forma de entender temas complejos. Implica una manera —por cierto, muy mexicana— de entender el mundo y cobrar conciencia de problemáticas diversas que nos afectan en este planeta globalizado. En la medida que somos capaces de cobrar consciencia, somos a la vez capaces de ser libres. 

A principios de este año expuse una pieza bastante personal. Eran tres piedras amontonadas, una sobre la otra. Debajo de estas salían un par de piernas femeninas. La idea de esto era representar la interrogante de todos los días ‘¿Cómo estás?’, pregunta que nadie hace ni responde literalmente, pues nadie quiere escuchar, ni contar sus problemas. Entonces, el título de la obra Todo está bien resulta irónico, porque a pesar de que todo esté bien, la persona está aplastada por unas rocas. No obstante, algunas partes del público se sorprendieron porque meramente lo interpretaban como una pieza que representaba a una mujer aplastada. […] El género es irrelevante para la escultura’. 

¿Cómo se ha enfrentado tu humorismo a la sociedad contemporánea?

‘Cuando tienes un paradigma que reprime a ciertas personas necesitas compensarlo para hacer un balance después. A veces, la sociedad se da cuenta de que hay cuestiones ajenas de la concepción general de lo bueno, a lo que deben reaccionar para corregirlo de acuerdo con sus parámetros. Hay que ser conscientes de que el artista es un crítico, con capacidad de cuestionar y de cambiar. En contraste, cierta parte de la sociedad encarna fervientemente sus ideas y dejan de ser humanos para convertirse meramente en una concesión abstracta, sin capacidad de cambio ni evolución. Estar abierto a equivocarse es muy importante en esta época, preferimos sacrificar este derecho con el fin de encajar en distintos grupos, en lugar de la soledad.

¿Es posible el humor sin la tragedia?

‘Sí, puede ser nada trágico, pero sorprendentemente hay una parte muy trágica en el humor, por eso no todo el mundo lo comparte. Tal vez nuestra experiencia individual puede afectarnos de tal modo que, en lugar de producir risa, consiga el llanto. [Aunque] También el humor lo utilizamos para digerir momentos complejos de nuestra vida, como la muerte, que es trágica. Sería interesante analizar esta profundidad del humor’. 

Veo que tu perro aparece en tus redes sociales y bastantes fotos tuyas, incluso, en cierto punto imaginé que era una escultura de tu colección.

‘Es un perro real, se llama Pepe. Una expareja lo encontró en una página. Yo no quería ninguna mascota, pues me acababa de mudar solo. Es la clásica historia: el típico perro callejero del que los vecinos ya están hartos y quieren deshacerse de él. Al llegar por primera vez a casa decidió irse a acostar a mi cama y así, finalmente, se quedó para siempre’. 

Texto por: Pedro Montes de Oca

Fotografía: Carlos Ruizc.