Qué significa Performative man: Término explicado

EL PERFORMATIVE MAN: EL NUEVO ESPEJISMO DE LA MASCULINIDAD COOL


Entre tote bags, vinilos y citas de filosofía, el nuevo hombre del internet quiere parecer deconstruido. Pero ¿realmente lo está?


Ya no usa traje y corbata, ahora se viste de workwear, recita a Roland Barthes y tiene una playlist de jazz lo-fi para cada hora del día. Es el hombre que va a exposiciones de arte, habla sobre salud mental y parece haber superado el mandato de la masculinidad tradicional. Pero detrás del tote bag y la camisa bien planchada, algo no encaja.

Estamos frente a una nueva epidemia emocional: el performative man. Una figura que no solo habita las redes sociales, sino que encarna una nueva paradoja masculina. Se ve deconstruido, pero no lo es del todo. Sabe qué decir, pero no qué sentir. Es un espejo y a veces un espejismo de la sensibilidad moderna.

¿Qué es el performative man y por qué ahora?

Vivimos una era donde las narrativas masculinas se reescriben. El performative man nace de esa reescritura a medias, del intento por mostrarse vulnerable sin estar dispuesto a habitar realmente esa vulnerabilidad. No es que finja, pero actúa. No es que mienta, pero edita.

Consume cultura pop con la mirada de un curador, tiene opiniones políticamente correctas, y su feed está repleto de referencias literarias, moda de archivo y fotos en film. Pero cuando lo invitas a una conversación íntima, emocional, silenciosa… desaparece.

Es un nuevo tipo de hombre, sí. Pero sigue respondiendo al viejo mandato de “gustar”. Solo que ahora, en lugar de parecer fuerte, necesita parecer sensible.

¿Por qué nos seduce tanto esta figura?

Porque es estéticamente irresistible. El performative man entiende la narrativa de los afectos como una estrategia de branding personal. Y lo hace bien. Apela a nuestra necesidad de ver hombres sensibles, pensantes, despiertos. Queremos creer que la deconstrucción ya llegó a la esquina de nuestro crush de Instagram. Pero lo que muchas veces encontramos es solo una nueva forma de evasión emocional.

La diferencia entre ser y parecer nunca había sido tan tenue.

Entre el arte, la moda y la pose: señales de alerta

  • Cita a bell hooks, pero nunca se ha cuestionado su poder en la relación.
  • Habla de feminismo, pero su ego no resiste que lo corrijas.
  • Se dice “safe space”, pero no sostiene conversaciones incómodas.
  • Se viste como si fuera a la Biennale de Venecia, pero no sabe estar presente emocionalmente.

El performative man no es un villano. Pero sí es una figura que encarna un problema profundo: el miedo masculino a lo real. Al error. A no encajar en ningún molde, ni siquiera el deconstruido.

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¿Qué hacemos con esto?

Lo señalamos. Lo discutimos. Lo ponemos en palabras.
No para cancelar, sino para comprender.
No para burlarnos, sino para desarticular esa trampa en la que muchos hombres han caído: la de convertir el cambio en una coreografía, en lugar de en una práctica cotidiana.

La sensibilidad no debería ser un filtro más en Instagram. La vulnerabilidad no debería usarse como argumento para atraer. Y la deconstrucción no es una estética: es una incomodidad prolongada.

Quizás el performative man no es un otro. Quizás vive también en nosotros. En las veces que preferimos parecer conscientes antes que actuar con conciencia.
Y si algo podemos aprender de esta epidemia, es que no se trata de dejar de performar. Sino de empezar a sentir, aunque no se vea tan bien en cámara.