Carta al duelo

CARTA AL DUELO


La contemplación de la pérdida.


Querido duelo:

Me presento ante ti para tener nuevos comienzos. Te posaste en mí de la manera más sensata, pero cruel.

Cuando supe que las horas de mi abuela estaban contadas, comencé a despedirme. Durante los días de agonía, las ganas de vida sobraban, el cuerpo ya estaba cansado.

Cuando me tuve que mudar, el deseo de permanecer en ese hogar reinaba, ahí ya no había plenitud. Cuando surgieron los malentendidos, los límites se desbordaron. Cuando el camino profesional se distorsionó, las ganas de conquistar el mundo murieron.

Dios Luto, Ilustración: Raumerd.

Esa sensación de estar presente físicamente, más no energéticamente, surge cuando un cúmulo de situaciones se interpone y te quiebra. La variedad de duelos es como un abanico de posibilidades donde solo tú puedes encontrar las respuestas; únicamente tú puedes rescatarte o aniquilarte. La dicha de la elección viene de tu mano, duelo. No hay mal que por bien no venga, ¡vaya frase!

Duelo, tú que te manifiestas constantemente en el andar de la vida, ten la sensatez de ser llevadero. Te hemos vivido en lo familiar, lo amoroso y en la amistad. Este final que impones, tal como la función ortográfica del punto, es para comenzar con mayúsculas en una hoja en blanco.

Con la intención de iniciar nuevas páginas, este año se cierra y te rindo el tributo necesario con gratitud inmensa, con la certeza de estar quizá más cerca de nuestros sueños.

Duelo, tú que nos rompes, nos dejas vacíos, sin rumbo y sin ambiciones, deseo que te presentes de la manera más noble. Te escribo por nosotros, los creativos, humanos hambrientos de retos.

Sé que todo lo que recorrimos este año nos construyó de alguna manera. Descansa en el tiempo. Gracias por mostrarnos la importancia de honrar los recuerdos y de encontrar fortaleza en los momentos compartidos.