Por qué romantizamos la tristeza en redes y qué significa

¿POR QUÉ ROMANTIZAMOS NUESTRA TRISTEZA?


Desde Tumblr hasta TikTok, la melancolía se convirtió en estética, moodboard, identidad. ¿Es puro drama o una forma legítima de habitar el dolor?


Hay algo casi placentero en llorar bonito. En armar una playlist llamada “dolor elegante”, ver películas tristes con filtro cálido y escribir frases como “me siento como una escena de Sofia Coppola”. Nos gusta vernos rotos, pero bellos. Tristes, pero conscientes de nuestra tristeza.

Romantizar la tristeza no es nuevo —los poetas malditos ya lo hacían en el siglo XIX—, pero hoy tiene un algoritmo que la amplifica, la multiplica y la convierte en parte de nuestra identidad digital. ¿Estamos atrapados en un loop de tristeza performativa o simplemente aprendimos a habitar nuestras emociones con estilo

Del cuarto oscuro de Tumblr al feed de TikTok

Todo empezó en algún lugar entre los años 2010 y 2014, cuando Tumblr era el lugar donde los outsiders se sentían vistos. Allí nacieron los primeros collages digitales de lágrimas, cigarrillos apagados, gifs de películas indie y letras de Arctic Monkeys escritas con tipografía cursiva. La tristeza se volvió una estética, un lenguaje.

Hoy, en TikTok, la herencia sigue viva. Sólo que ahora es más performativa: lloro frente a la cámara, uso el hashtag #sadcore, grabo mi ansiedad con sonido ambiente y busco likes que me confirmen que no estoy solo. El glitch entre vulnerabilidad real y contenido curado es parte del juego.

¿Estética o mecanismo de defensa?

Romantizar el dolor puede ser una forma de hacer arte con lo que duele. Como escribir una carta de amor a nuestra parte rota, pero con buena iluminación.

¿Qué buscamos cuando lo hacemos?

  • Control narrativo: si puedo estéticamente controlar mi tristeza, dejo de sentirme víctima de ella.
  • Validación: me ven, me entienden, me comentan «same».
  • Pertenencia: la estética triste es una subcultura emocional.

Pero también puede volverse adictivo. La tristeza se vuelve un lugar cómodo, un lugar bonito al que volvemos para sentir algo —porque en un mundo saturado de dopamina, incluso el dolor estilizado se siente auténtico.

Las musas de la melancolía

Hay toda una generación de artistas que han hecho de la tristeza su firma:

  • Lana Del Rey, reina absoluta del sad glamour, combina melancolía y deseo como si cada lágrima tuviera brillantina.
  • Phoebe Bridgers, con su voz quebrada y su esqueleto como armadura, canta desde la ansiedad generacional.
  • Billie Eilish, que transformó su depresión en estética global antes de cumplir 20.

Cada una propone una forma de habitar la tristeza sin pedir disculpas. No la curan, la iluminan.

Entonces… ¿es malo romantizarla?

No necesariamente. A veces necesitamos que nuestra tristeza tenga forma, estilo, un soundtrack. La estetización puede ser ritual, autocuidado, poesía visual.

Pero como todo, tiene su límite.

Cuando la tristeza se vuelve la única forma de identidad, el único lente con el que vemos el mundo, puede aislar. Porque, aunque suene romántico vivir en un eterno invierno emocional… eventualmente, necesitamos primavera.

¿Cómo habitamos la tristeza de forma más honesta?

  • Dejando espacio al silencio. No todo tiene que ser posteado.
  • Escribiendo sin filtros. Aunque no se vea lindo.
  • Llorando sin editar. Apagar la cámara a veces es el verdadero acto radical.
  • Abrazando la incomodidad. Porque crecer duele, pero también libera.

Romantizar la tristeza es humano. Es lo que hacen los artistas, los poetas, los románticos. Solo no olvides que tu tristeza no necesita siempre ser bella para ser válida. A veces, simplemente duele. Y eso también está bien.