El disfraz: La historia de un arte antiguo | Noir Magazine

El disfraz: La historia de un arte antiguo

Por: Wendy San Jose

El disfraz es un arte que practicamos más a menudo de lo que imaginamos.

Resulta que no necesitamos esperar esta misteriosa y lúgubre temporada, sino que nos disfrazamos todo el tiempo y lo llevamos haciendo desde al menos unos 2000 años atrás.

La palabra disfraz viene de desfrezar ‘disimular’, su etimología aún se discute de acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua, pero guarda gran parecido con su traducción del catalán, disfressa, pero, ¿de dónde proviene y cómo nació esta peculiar práctica?

Su origen puede remontarse a varias celebraciones o eventos alrededor del mundo, la más aludida es el Samhain, la conmemoración más importante de la antigua cultura celta, quienes habitaron en diferentes regiones de Francia, Inglaterra, Escocia e Irlanda durante el siglo VIII hasta el I a.C. Dicho festejo coincidía con uno de sus cuatro festivales anuales, marcando el inicio de cada estación de acuerdo a los ciclos agrícolas y ganaderos.

El Samhain se celebraba del 31 de octubre al 1 de noviembre ¿te parece familiar?, se considera que es el más lógico precedente del Halloween y en su cosmovisión se buscaba, con el fin del verano, dar una despedida al dios del sol, Lugh.

Estas temporadas de transición fungían como espacios de tiempo en el que el mundo de los dioses se había visible para el de los humanos y los espíritus regresaban a visitar a los mortales, por lo que se cree los celtas utilizaban pieles y cabezas de animales como ‘disfraces’ para mimetizarse con ellos a ojos de los espíritus y así evitar posesiones o venganzas de aquellos desafortunados que no eran tan bien recibidos, pues la mejor manera de conseguir su amistad era antropomorfizarlos.

Del otro lado del mundo también se conoce que las antiguas civilizaciones prehispánicas, quienes recordemos, eran extremadamente espirituales y comprometidos con sus dioses; utilizaban pieles y plumas de animales con los que disfrazaban los cuerpos de los guerreros durante el combate para hacerles ver más grandes, poderosos y también crear una sensación de conexión con aquellos animales y utilizar sus habilidades a la hora de los enfrentamientos.

El hombre se ha decantado por el uso del ‘disfraz’ en diferentes festividades; en Alemania aparecen las máscaras de carnaval que representaban piezas burlescas, mofándose del orden civil y religioso y hoy guardamos mucha relación con la costumbre irlandesa y su tradición medieval de vestirse con atuendos que simbolizan las almas de los muertos. Pero el evento más famoso y probablemente más importante para el mundo occidental fue en la Antigua Roma a través de las Lupercales y Saturnales.

En ambas celebraciones el uso del disfraz era la premisa más relevante, durante ésta última los hombres se vestían de mujer y los amos de sirvientes, entre otras convenciones a la inversa, este fue el inicio del Carnaval en Italia, la cuna del disfraz.

En España la relación con el disfraz ha sido irregular, en el siglo XVII Carlos III promueve los bailes de máscaras, y casi un siglo después Fernando VII los prohíbe por las calles, mientras que la Reina María Cristina los vuelve a autorizar.

Actualmente Estados Unidos es uno de los representantes más relevantes del disfraz y no por nada la cultura americana se ha ganado su lugar en la historia; mediante la aportación de su innegable influencia pop como inspiración ha traspasado las costumbres paganas de la antigüedad a la fantasía de la actualidad, por ello celebridades como las Kardashian, Doja Cat o la icónica Heidi Klum no pierden nunca la oportunidad de utilizar a su gran aliado ya sea para divertirse o para decir algo importante.

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