LA HUMANIZACIÓN A TRAVÉS DE LA TECNOLOGÍA

LA BÚSQUEDA DE LA HUMANIZACIÓN A TRAVÉS DE LA TECNOLOGÍA COMO MEDIO ARTÍSTICO

Por: Ana Carolina González Bortot y Victoria Maldonado Estopiñan.

Entre lo humano y lo artificial se desarrolla Andrés Reisinger, artista creador de universos digitales en rosa: ventanas hacia su proceso de pensamiento. Desde su taller, Reisinger Studio en Barcelona, España, produce momentos suspendidos en paisajes irrealizables que establecen la escena con objetos que insinúan algún tipo de utilidad, pero que más allá, son ejercicios de textura y movimiento.

Proveniente de la industria del diseño digital y gráfico, Reisinger describe su transición desde el rol de diseñador, no como un interés por separarse del mismo, sino, más bien, como una evolución hacia una visión creativa más global. Una visión no limitada a las necesidades del mercado, al presupuesto y al material, entre otros factores que influyen enormemente cuando la meta es crear para los estándares de la industria. Al haber estado parado en ambos lugares, Reisinger concluye que, entre el artista y el diseñador, el punto no es diferenciar, sino entender que son un mismo lenguaje con distintos códigos. 

La innovación no solo está en el corazón del diseño, sino también en el corazón de la cultura. Varias de las mentes más revolucionarias del diseño y del arte mostraron ser los pioneros en crear la demanda antes de la oferta durante la cuarta revolución industrial. Virgil Abloh nos demostró cómo producir demanda en forma de hype (Team DevriX, 2024) a través de la anticipación y las estrategias de marketing detrás de sus lanzamientos de moda limitados y sus colaboraciones.

En el caso de Apple, bajo la dirección de diseño de Jony Ive y la visión de Steve Jobs, la empresa se centró en crear expectativa y demanda en el mercado y una cultura alrededor de la innovación y el diseño de productos que los consumidores no sabían que necesitaban hasta que los veían (Johansson, 2022).

Este enfoque multifacético no solo permite a los artistas y diseñadores ser percibidos como unicornios y líderes en sus campos, sino también les permite instaurar tendencias culturales y estéticas, estableciendo normas inéditas en los mercados. Andrés Reisinger forma parte de una nueva generación de estos pioneros. Su arte y uso particular de tecnología tienen el poder de unir a la sociedad bajo el velo de la curiosidad y el deslumbramiento.

“El rosa es mi off white, mi color neutral de donde empiezo todo proyecto.”–Reisinger, 2024 

Históricamente los roles y connotaciones culturales de los tintes rosados han evolucionado de manera significativa desde sus primeras apariciones en el antiguo Egipto. En distintos períodos históricos han representado calma, masculinidad, cariño, sensualidad y opulencia (Perryman, 2022). En algunas civilizaciones, el rosado, durante mucho tiempo, no fue reconocido como un color independiente sino como parte de la familia del rojo. El uso predominante del rosa en la obra de Reisinger, en la cual él lo asocia con lo natural y orgánico (Reisinger, 2024), podría ser interpretado simbólicamente como salud, vitalidad o un punto de enlace emocional. El color evoca sensaciones y recuerdos que pueden trascender las barreras generacionales y culturales, creando un terreno común a través de la experiencia sensorial.

Uno de los trabajos más recientes de Reisinger, Take Over Miami (diciembre, 2023) –su primera obra de manifestación física–, consistió en una instalación temporal que inauguró durante la semana de la feria Art Basel Miami Beach, en el transitado centro de tiendas de lujo Miami Design District (MDD), en Florida, EE.UU. La imponente escultura rosa colgaba vaporosamente sobre el edificio de Céline, la marca francesa de lujo, interrumpiendo el orden del usual ambiente pulcro del MDD.

A primera vista, un blob rosado gigante se puede interpretar como antinatural o superficial. Reisinger describe la importancia de resaltar la conexión con la experiencia humana: tener cierto elemento originado en el subconsciente, que esté intervenido lo menos posible por el mundo consciente y gracias al cual el espectador salga de su estado de saturación cotidiana para entrar a un espacio contemplativo, de tono tranquilizante. Esta interacción entre el consciente y el subconsciente es la manera en que Reisinger comparte su vida personal con el espectador y lo plasma en sus obras.

Los Take Overs en centros simbólicos de una ciudad son como momentos suspendidos en el tiempo; obligan al espectador a detenerse, a sumergirse en la apreciación, en la nostalgia, en los recuerdos, y son capaces de permitir un instante de auto análisis, de reconexión consigo mismo, de mayor presencia en un momento de su vida.

“Muchas de mis obras son como eso que decía sobre la fotografía de un momento específico… muchas veces sale e intento que sea lo más transparente y directo posible sin ser modificado por el consciente. Ese hecho de que el gesto inconsciente pueda salir a la superficie sin ser bloqueado o modificado por el consciente. Hay mucho aprendizaje […] de esa expresión.” –Reisinger, 2024

Reisinger comenta que la receptividad entre sus instalaciones digitales versus la física, Take Over Miami, es un puente hacia la posibilidad de inspirar y permitir que los espectadores disfruten de ser parte de un mundo virtual y físico al mismo tiempo. Son casos de estudio ocurriendo en el momento: observar al ciudadano local de Miami detenerse de camino al trabajo, desacelerar su carro levemente o bajar el celular para hallarse reunido, entre otros completos extraños, sintiendo juntos lo que una obra de arte les causa, generando conversaciones introspectivas o compartidas en sociedad.

Al dar lugar a creaciones que estarán expuestas en el espacio público, estas se convierten en “proyectos sociales o políticos” que requieren ser trabajados con la sociedad local, con organismos de gobierno del la ciudad y con distintos tipos de profesionales. Es una forma de consumir arte fuera del formato tradicional de un museo o “espacio de paredes blancas”, en un ambiente más accesible, con la posibilidad de poder revisitar esa obra a distintas horas del día rodeado por el flujo consumista y cultural del Miami Design District

A través de sus universos paralelos, Reisinger busca comunicar tranquilidad en un espacio entre lo personal y lo público, proponiendo diálogos abiertos y subliminalmente educativos que tienen ver con el ser individual, con el existir como parte de un colectivo humano y, en general, busca maneras de acercar a los miembros de la sociedad y resaltar la unidad. Un resultado que está alineado con la idea de una plataforma donde distintas generaciones y culturas se encuentren y se conecten mediante experiencias compartidas gracias al arte. 

Pero, aun así, las decisiones de Reisinger como artista comunican un constante desafío. Por ejemplo, con una dosis de tranquilidad en sus obras contrarresta el intenso ritmo de los tiempos actuales, donde la corta capacidad de atención se ha normalizado debido al cercano y rápido acceso a una abundante información (atribuido a la tecnología). O su reto hacia las nociones preconcebidas del arte y el diseño, al utilizar la tecnología como una herramienta de creación artística para generar conexión humana, y no los medios tradicionalmente conocidos en las bellas artes.

“[Realizar estas obras] Es aportar al sentimiento de amor, al sentimiento de que somos todos lo mismo, que no hay diferencias… Y eso, aunque lo leas o no, te llega de alguna manera, creo que aporta vibracionalmente”, comenta Reisinger (2024). Es un mensaje particular: el uso de la tecnología como herramienta de creación de arte digital –algo todavía distante para algunas personas–, y así transmitir un mensaje de humanidad y espiritual a la vez. Por ende, hacia el futuro, es una meta para Reisinger seguir proponiendo manifestaciones físicas a gran escala que causen detenimiento, seguido de interacciones que aporten positivamente a las masas.

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