MINA EL HAMMANI: CON LOS PIES EN LA TIERRA | Noir Magazine

MINA EL HAMMANI: CON LOS PIES EN LA TIERRA

Créditos :

Fotografía carlos Ruizc
Realización Gerard Angulo
Makeup y hair @yosbaute @dyson_es @charlottetilbury
Asistente de moda: @gissellgarciafashionstylist

En una industria donde la fama a menudo nubla la esencia, Mina El Hammani es un ejemplo de que se puede brillar sin despegar los pies del suelo. Su recorrido —marcado por la disciplina, la introspección y una búsqueda constante de equilibrio— revela a una actriz que no solo entiende su oficio, sino también la importancia de sostenerse con firmeza. 

Desde España para el mundo, Mina El Hammani reflexiona sobre las implicaciones de una profesión tan intermitente como la del entretenimiento. Actriz, productora y, ante todo, mujer con los pies en la tierra, comparte para NOIR las lecciones obtenidas de moverse entre los vaivenes de su pasión. 

Desde sus primeros proyectos, Mina El Hammani ha demostrado que la actuación es lo suyo. A la fecha, su trayectoria ha sido labrada por grandes papeles: Nadia en Élite  o Elvira en El internado: Las Cumbres, por ejemplo. A pesar de ya ser un nombre reconocido en el medio, esta gema en constante pulido no ha permitido que sus pies se separen del suelo: «He tenido un aprendizaje y una evolución muy “real”. Antes de Centro Médico, por suerte, hice El Príncipe. Tuve trabajo durante casi nueve meses, luego no durante un año y medio, y tuve que buscarme la vida. Ahí entendí perfectamente un poco de lo que iba esta profesión». 

Entender que en el mundo del entretenimiento puede haber tantas subidas como bajadas, es lo que ha impulsado su proactividad mientras navega en un cielo donde todas las estrellas buscan brillar con la misma fuerza: «Por ejemplo, monté mi productora hace cinco años, se llama Quiet Productions, y estar gestando proyectos con gente a la que admiras o a la que quieres sin estar esperando esa llamada me ha salvado de mucho. Para mí, el mayor aprendizaje sería no estar esperando a que alguien toque la puerta, sino estar ejecutando de una manera activa, ya sea formándote, conociendo gente o estudiando…, seguir teniendo esa curiosidad constantemente. Eso va a hacer que esos bajones en esta profesión  —que obviamente todos tenemos— puedan ser mucho más equilibrados».  

Aun siendo consciente de ello, no diría que encajar en este mundo sea difícil. Lo que sí lo es, es mantenerse fiel a sí mismo, cuidar tu esencia y no dejarse nublar por estímulos propios de la “fama” que pueden provocar lo contrario: «Tienes que estar rodeado de gente que sí quieras tener alrededor. Creo que hay que tener la vista muy puesta, muy elevada y muy consciente de que no todo lo que reluce es oro. […] Uno no sabe si son oportunidades reales que se han podido ganar por mérito propio o simplemente por lo que “es” en ese momento. Y claro, creo que hay que tener conversaciones bastante complejas en esta industria y sobre todo ser muy clara con lo que quieres hacer, cómo lo quieres hacer y quién quieres tener a tu alrededor. Para mí eso es lo fundamental. […]  Entonces, no es tan complicado, pero sí que creo que hay que tener los pies muy en la tierra y sostenerte mucho». 

Si bien su faceta como actriz es aquello que enciende su alma, Mina entiende que es mucho más que eso. También existe su vida personal y, por eso, en esa misma búsqueda del equilibrio, no se permite girar sobre un único eje: «Es verdad que mi trabajo es lo primero —siempre ha sido y siempre será así—, pero creo que conforme creces y conoces cómo se gestiona todo, vas siendo un poco más consciente y teniendo los pies un poco más en la tierra, en el sentido de aprender a vivir en el día a día, no solo por y para la interpretación porque es muy sacrificado; incluso, a veces, también una misma se pierde cosas que tiene que vivir como cualquier ser humano. […] Cuando vas encontrando ese equilibrio, disfrutas mucho más lo uno y lo otro porque realmente todo se puede compaginar». 

Al día de hoy, tanto el teatro como el cine y la televisión se han privilegiado con su presencia y talento. A lo largo de su carrera, ha aprendido a florecer tanto en el escenario como frente a la cámara, aun con las tecnicidades que impone cada medio: «He tenido la gran suerte de compaginarlas. […] Todo tiene su dificultad. […] Entre comillas, me da un poco más de vértigo cuando voy a hacer una obra de teatro, el tipo de nervios es distinto porque al final hay algo muy directo con el público; no puede existir el fallo, no existe el corte. Pero [también] tiene dificultad lo audiovisual, porque cuando estás haciendo una escena, de repente cuando se corta y tienes que retomar esa parte emocional en prácticamente veinte segundos o un minuto como mucho, también es una dificultad que a mí me pone. Pero sí, me encantan ambas».