Dupe Culture: ¿está el lujo perdiendo su exclusividad?

DUPE CULTURE: PORQUÉ EL DESEO SE VOLVIÓ REPLICABLE


El dupe ya no es solo una copia: es un lenguaje visual, una estrategia de consumo y una obsesión generacional.


¿Cuántas veces has visto unos jeans de YSL, unos sneakers de Axel Arigato o el tono perfecto del Glowgasm Blush de Charlotte Tilbury y has pensado: seguro existe un dupe igual de bueno y mucho más barato? Spoiler alert: más de una vez. En tiempos donde la forma en la que nos vemos y todo lo que usamos se ha vuelto más que relevante, la cultura dupe ha invadido nuestros feeds de Instagram y nuestros For You Pages de TikTok. Ofreciendo versiones accesibles de todos esos productos que tenemos en nuestro wishlist.

Pero ¿qué hay detrás de esta obsesión colectiva con los dupes? Más allá del precio, lo que realmente estamos comprando es una ilusión: la de poder formar parte de ese universo de lujo  aspiracional que representan figuras como Hailey Bieber o Kendall Jenner. Bolsas de The Row, flats de Alaïa, o el clásico Panthere de Cartier son un símbolo de estatus, de lifestyle, de lujo en su máxima expresión. Es la entrada a una narrativa que incluye tratamientos de skincare, viajes a hoteles boutique y cenas en restaurantes donde no hay carta, sino experiencia.

Los dupes surgen como respuesta directa a ese deseo: una manera de imitar el look sin asumir el precio. Pero reducirlos únicamente a una cuestión de presupuesto sería simplificar el fenómeno. La cultura dupe habla de mucho más: de presiones económicas, del aumento constante en los precios del lujo, de la creciente polarización del consumo y, sobre todo, de la necesidad humana de pertenecer.

Hay quienes celebran este movimiento como un acto de resistencia: una forma de hackear el sistema y democratizar la moda. Otros lo condenan como una amenaza a la creatividad, acusando a los dupes de diluir el valor del diseño original. Lo cierto es que este fenómeno no existiría sin la hipervisibilidad de las redes sociales, donde el lujo ya no se define por su rareza, sino por su viralidad.

Y aquí entra otro elemento clave: el factor psicológico. El dupe no solo satisface un deseo estético, también ofrece validación. Es una forma de decir “Yo también puedo estar al día.” De simular pertenencia a un mundo cada vez más excluyente.

Entonces, la pregunta ya no es si estamos en contra o a favor de los dupes. La pregunta real es: ¿Están transformando nuestra forma de entender el lujo? ¿Estamos ante una nueva era donde el valor ya no se mide en etiquetas, sino en alcance, ingenio y narrativa?

En un contexto global marcado por tensiones económicas y cambios de valores, los dupes no solo se quedan en la superficie del consumo. Son un espejo: nos muestran quiénes somos, qué deseamos, y cómo queremos ser vistos. Tal vez, más que un atajo al lujo, los dupes sean una señal clara de que ese lujo, tal como lo conocíamos, esta cambiando.