PIERRE LOUIS: VOLVER A RUGIR | Noir Magazine

PIERRE LOUIS: VOLVER A RUGIR

Fotografía: Carlos Ruizc
Realización: Gerard Angulo

Grooming, KARIANA MARTÍNEZ,
Asistente de moda, MICHELLE ORTÍZ,
Asistente de fotografía, IVÁN AGUIÑIGA,
Producción, YULIET DELGADO
Entrevista, LUIS TÉLLEZ

En teatro –liderando una de las obras más emblemáticas de la historia–, en televisión –con un proyecto por estrenar— y en las páginas de NOIR –con su porte inigualable–. Pierre Louis está everywhere y los ojos de todo México puestos sobre él. En cada faceta, en cada proyecto y en cada paso, dando lo mejor de sí, con esa misma dedicación que lo ha caracterizado desde que inició en el medio. Con ustedes, uno de los grandes talentos que nuestro país tiene por ofrecer. 

“Nant’s, ingonyama bagithi baba…” con una gran reverencia, presentamos a Pierre Louis, el actor detrás de la melena de Simba. El gran monarca de la Roca del Rey —y de nuestros corazones— ruge más fuerte que nunca, recordándonos que, en el ciclo de la vida, los sueños y las lecciones están profundamente entrelazados.

El teatro no es terreno extraño para Pierre Louis, pero tampoco la personificación de Simba, el personaje principal de la mítica historia de El Rey León. Además de lucirse en obras como The Pillowman y Argonautika, el talentoso actor ya se había puesto en las garras del legendario león, aunque no con la plenitud como lo vive hoy en día. “Fui parte de la producción de El Rey León hace 10 años con el mismo personaje, solamente que era parte del ensamble. No tenía el titular, sino que era el understudy, el cover de Simba. […] Cuando me enteré que llegaba a México, claro que deseaba tener ese lead, pero estaba recién graduado de estudiar actuación. Entonces, claro, en esa etapa quieres comerte el mundo y crees que mereces todo. Para mí fue simplemente darme cuenta que los tiempos de Dios son perfectos. Sabía que ese personaje en algún momento lo iba a poder interpretar, pero no sabía que iban a pasar 10 años. Realmente tuve que dejar ir a este personaje y desprenderme de él para después darme cuenta que regresaría a mí”. 

Más allá de privilegiarse con aquella primera gran oportunidad, desde una óptica mucho más personal, Pierre siempre vió la trama que envuelve al rey de la selva como un espejo de su propia vida. “Me siento espiritualmente conectado a este personaje, a esta película y a esta obra porque han sido referentes para mí de cosas muy importantes como, por ejemplo, la pérdida”. El Rey Léon, erróneamente considerada como puesta en escena “solo para niños”, es una historia de suma profundidad que nos guía a través del duelo y la madurez; que nos enfrenta a los golpes de la vida y nos pone cara a cara a las vicisitudes del destino. “Hace 10 años, perdí a mi abuela, quien fue mi rol paterno en mi vida. La perdí durante un ensayo, justamente, de Hakuna Matata, mientras yo estaba en la obra. Falleció y tres días después, otra vez, ensayando Hakuna Matata, me rompí el pie. Entonces, decido, por salud propia, abandonar la obra”. 

Así como lo vivió Simba después de perder a Mufasa, su padre, Pierre se extravió de sí mismo. Tomó tiempo asimilar la pérdida y aprender a vivir con ella antes de volver a rugir y retomar lo que legítimamente le pertenece. “Ahora, 10 años después, me siento como Simba regresando a su hogar, a tomar eso que siempre quise y que siempre sentí que también era mío. […] Ahora lo veo con otros ojos, con una perspectiva mucho más humilde, recibir este personaje. Con ese gran sentido de responsabilidad que conlleva un personaje tan emblemático, y además super agradecido por la oportunidad”. 

La actuación es una de las pocas profesiones con las que uno puede hacer catarsis mientras se descubre en el camino, un papel a la vez. “Algo muy mágico de la actuación es que todos los personajes te eligen en momentos específicos de tu vida y llegan a ti para enseñarte o para dejarte ver algo que no estás viendo. […] Cuando empiezas la carrera, pues sí, claro que tienes que tomar lo que te ofrezcan, porque quieres hacerte de un nombre, hacer tu carrera y tienes que aprovechar las oportunidades que te dan. [Antes] simplemente lo veía desde un lado de “estrategia” para la profesión, pero me empecé a dar cuenta, conforme fue pasando mi camino en este medio, que los personajes te van eligiendo y te van enseñando lo que necesitas absorber de cada uno”. 

En el teatro, cada función es única, aunque el guión y los actores sean los mismos, cada noche es distinta, moldeada por la energía del público, de los actores y hasta los imprevistos que puedan surgir. Cada persona presente en el teatro reacciona y siente en conjunto, y cuando termina, queda esa sensación de haber compartido algo íntimo y único. Es como un momento finito que deja huella únicamente en quienes estuvieron ahí, contrario al cine y la televisión, que quedan registrados a perpetuidad. “El hecho de que el teatro sea un fenómeno vivo, cambia completamente la jugada de la actuación. […] es como una lupa a la verdad y a la vida. El espectador ve en tiempo real lo que le está pasando al intérprete y lo que le está pasando al personaje y es un acto de comunión completamente”. 

No importa si es arriba del escenario o frente a una cámara, en ambas podemos dejar ls envolver por la pasión que inyecta a su profesión. “Son plataformas y espacios muy diferentes, pero que en mí generan la misma satisfacción. […] creo que lo que me encanta [de un proyecto grabado] es que puedo ver ese resultado, repetirlo mil veces y tener esa información a lo largo de los años. Ser viejito y poder verme en mis veintitantos o en mis treinta y tantos. Eso es algo invaluable para mí, tener ese recuerdo. Pero al mismo tiempo, el teatro y lo que te alimenta el público al final o durante el transcurso de la obra, también es terriblemente adictivo. Entonces, no podría decir en cuál me siento mejor porque cada uno tiene algo que llena mi corazón”.